Los padres tienen el derecho de elegir libremente las escuelas u otros medios necesarios para educar a sus hijos según sus conciencias. Carta de los derechos de la familia, del Pontificio Consejo para la Familia,5 (22-X-1983)

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Santa Joaquina Vedruna y sus 9 hijos



Queridos amigos, reanudamos en el día de S. Carlos Borromeo los post, con la vida de una santa fundadora, que educó a sus hijos "en casa", primero en vida de su marido y luego como viuda cristiana. Me apena un poco encontrar que en internet lo más completo está en catalán. Algún lector me ha prometido encontrar el libro. De momento incluyo dos resúmenes de la vida doméstica de los Mas-Vedruna. Que ella nos estimule con su ejemplo y ayude con su intercesión.


Santa Joaquina contrajo matrimonio, tuvo ocho hijos y quedó viuda con 33 años. A los 47 años fundó la Comunidad de las hermanas Carmelitas de la Caridad, y al morir a los 61 años había fundado conventos, escuelas y hospitales en diversos sitios de España.

Primera

Hermosa, pura y blanca era la niña a los seis años: jugaba y revoloteaba en los jardines de la casa paterna, y, si acontecía manchársele el vestido con tierra o lodo, escondíase luego y solita lavaba su traje, poníalo al sol y poníase ella a rezar candorosamente al Niño Jesús y a las benditas almas para que se secara pronto". Era un espejo de limpieza: no podía sufrir manchas ni aun en su ropa, ni quería con ellas ofender por un momento la vista de su buena madre.


Tan buena y delicada era Joaquinita de Vedruna. Había nacido el 16 de abril de 1783 en Barcelona, la gran urbe condal. Sus padres, don Lorenzo de Vedruna y doña Teresa Vidal, formaron su hogar como un nido de amores cristianos a prueba de todos los sacrificios. Eran ricos y nobles. Don Lorenzo ejercía el cargo de procurador de número en la Audiencia del principado y vio bendecida su sagrada unión con numerosa prole. Doña Teresa era una de aquellas mujeres fuertes alabadas por el sabio: noble, hacendosa y abnegada en sus deberes maternales. Cuando nació Joaquinita todo fue alegría y pura felicidad: huyó el dolor ante aquel ser que nacía para aliviar a cuantos encontrase al paso en su larga y fecunda vida.

Criada en el regazo materno dócil y sumisa, sintió al despertar su razón en los besos amorosos de su cristiana madre el aliento de lo divino, y brotó en su alma la primera, revelación de su destino en cuanto supo amar a Dios. Así, a los doce años, notando el vacío que dejaba en su alma lo de acá abajo, lanzándose con valor fuera del nido donde había nacido, llamó a las puertas del convento de madres carmelitas de Barcelona, pidiendo con insistencia el santo hábito.

No fue, por cierto, admitida su humilde demanda: era jovencita y las religiosas no creyeron prudente ni aun mantener sus ilusiones para un corto plazo. Volvióse, pues, al hogar paterno: allí haría otro indefinido noviciado que la preparase para los designios de Dios sobre ella. ¡Designios realmente inescrutables! Dios tiene muchos caminos, y, nueva Juana de Lestonnac o Francisca Frémiot de Chantal, será como ellas una santa viuda y madre de familia, además de religiosa y fundadora, pasando así por todos los estados.

Efectivamente, el 24 de marzo de 1799 se casa con don Teodoro de Mas, rico hacendado de Vich, procurador de los Tribunales al igual que su suegro —con el que le unía de antes, por su mismo oficio, gran amistad—, y que había reparado en las excepcionales dotes y sencillez de la menor de las tres hijas de don Lorenzo. Dieciséis años vive santamente con él, con una descendencia de ocho hijos, hasta que su esposo fallece el 5 de marzo de 1816.

La estampa de sus hijos es fiel retrato de tan buenos padres. Dos mueren en temprana edad; pero de los seis supervivientes, cuatro hijas se consagran a Dios por medio del estado religioso: dos franciscanas en Pedralbes, dos religiosas cistercienses en Vallbona, y hasta su hijo José Luis llegó a entrar en la Trapa, pero su salud no le permitió seguir, habiendo sido luego un ferviente católico y modelo de padres cristianos. La otra hija, casada también, Inés, tuvo seis hijos, varios de ellos religiosos.

Entretanto, tiempos aciagos corrían para España en el primer decenio del siglo XIX. Las tropas de Napoleón habían invadido la Península, sembrando la desolación y la muerte doquiera hallaban resistencia; y... la hallaron por todas partes, más o menos. Todos fueron soldados y héroes; se organizaron milicias nacionales, y el heroísmo dejó de parecer tal en fuerza de practicarlo todos hasta la muerte. Don Teodoro de Mas, noble por tradiciones de sangre y de valor militar, no desmintió su linaje, y, dejando las pingües ganancias que le daba su ocupación en la Magistratura de Barcelona, se retiró con su familia a su posesión "El Manso de El Escorial”, de Vich, para tomar parte en la defensa desesperada de la Patria. Alistóse en las filas del heroico barón de Sabassona, que le nombró su ayudante de campo, y en el mes de abril de 1807 se le encuentra en cinco batallas sangrientas. En Vich entraron los franceses el 17 de abril a sangre y fuego, y don Teodoro batióse en retirada épica, causando al enemigo no pocas bajas. Entretanto doña Joaquina hubo de abandonar la casa solariega de Mas, refugiándose en las montañas del Montseny con sus pequeños hijos hasta que pasó la tromba bélica.

De doña Joaquina como esposa y madre nos hace el más cumplido elogio el mismo decreto de beatificación por Su Santidad Pío XII (19 de mayo de 1940): “Unida en matrimonio, cuanto le fue permitido, detestó las vanidades y cosas del mundo, estuvo completamente sometida a su marido, cumplió diligentemente sus obligaciones de esposa y madre, y educó a sus hijos con admirables resultados, formándolos en sus deberes religiosos y ciudadanos".

Mas era necesario que la tribulación templara su espíritu, y así la divina Providencia amorosamente probó aquel feliz hogar con la muerte del esposo y del padre. Privada de su marido y conformada en su viudez, entregóse ahincadamente al cuidado de sus hijos y de su hacienda por espacio de diez años, consagrándose totalmente a su educación, a las obras de piedad para con Dios y de caridad para con el prójimo, mientras con oraciones y ásperas penitencias imploraba luz y fuerzas para conocer claramente la voluntad de Dios y para seguirla. Así, por cama tenía una estera, y por almohada una piedra; frecuentaba los hospitales de Vich e Igualada, confortando a los enfermos con su palabra, sonrisa y limosnas. Doña Joaquina vino a ser pronto popular entre los pobres y asilados.

Mas su corazón se iba despegando cada vez más de los bienes terrenos. Ahora ella es solamente esposa de Cristo. Un director espiritual, muerto en olor de santidad, el capuchino padre Esteban de Olot, conocido por el “apóstol del Ampurdán", es el que la llevará por la más alta senda de la perfección. Y aunque ella prefiere la vida contemplativa, el santo fraile le advierte que Dios la llama para fundadora de una Orden religiosa de vida activa, de enseñanza y de caridad. En esto un personaje providencial tercia entre las dos almas: el obispo de Vich, doctor Corcuera. No habrá de llevar hábito de terciaria capuchina, sino de religiosa carmelita; es lo que decide el virtuoso prelado. Aquel su deseo infantil de los doce años se cumple ahora, tras un largo rodeo. ¡Rutas maravillosas del Señor!

El padre Esteban de Olot redacta las reglas, reglas sapientísimas que a lo largo de un siglo no han sufrido la menor variación, y después de su profesión religiosa ante el obispo de Vich (6 de enero de 1826) inicia su obra de fundadora el 26 de febrero del mismo año con ocho doncellas. Pronto surgen contrariedades; le toca beber el cáliz de Jesús, en frase suya. Dos incipientes vuelven la vista atrás. No se desanima; pronto serán trece, y a no tardar, como el grano de mostaza, pasarán del centenar. Vich es la primera fundación: la cuna de la Congregación de las Carmelitas de la Caridad, Luego el hospital de Tárrega (1829), y en el mismo año la Casa de Caridad de Barcelona, donde permanece hasta 1830; Solsona, Manresa, hospital de peregrinos de Vich y Cardona son otras tantas fundaciones tras no pocas peripecias.

En esto la guerra civil se echa encima. Después de fundar en el hospital de Berga, plaza ocupada por los carlistas, tiene que internarse en Francia al caer aquella población en manos de las tropas liberales. Después de penoso calvario por los Pirineos llega a Prades (1836) y sigue hasta Perpiñán, donde halla a una señora conocida suya, de Barcelona, que fue el ángel protector en el destierro de la pequeña comunidad. Pasada la ráfaga, vuelve a España en 1842, reabre el noviciado, y, después de nuevas fundaciones, tiene el consuelo de ver aprobar canónicamente la Congregación en 1850. Otro obispo español, el santo padre Claret, antes de salir para su sede de Cuba aporta su granito de arena a los estatutos de la Congregación, aunque siguiendo indicaciones del doctor Casadevall, prelado vicense a la sazón.

Vuelve entonces a Barcelona, su ciudad natal, donde Dios la reclamará para sí. En efecto, en la Casa de Caridad le sobreviene un ataque de apoplejía, y hasta el cólera morbo, que entonces domina en la ciudad condal, se ceba en ella, y así muere santamente el 28 de agosto de 1854. Dios permitió que su cadáver no padeciera los trastornos de los apestados para consuelo de cuantos acudieron a implorar favores por medio de su sierva. En 1881 se trasladaron sus restos a Vich, donde aún hoy yacen. Beatificada por el papa Pío XII, ha sido la primera santa canonizada, el 12 de abril de 1959, por S. S. Juan XXIII.

Después de su muerte siguió desde el cielo estimulando su obra. Rápido fue el incremento de la Congregación de las Carmelitas de la Caridad, rebasando primero los lindes de Cataluña y luego los de la Península para saltar más allá de las fronteras y de los mares. Ahora son 160 casas con un total de 2.218 religiosas, 40.739 las niñas educadas en sus colegios y 4.443 las personas asistidas en diversos hospitales.

La madre Vedruna vive en un siglo turbulento, siglo de impiedad filosófica, de revolución y discordias civiles e intestinas. Su vida no contiene milagros ni cosas extraordinarias, ciertamente; pero esa su vida abnegada, paciente, humilde y laboriosa, santificando todos los estados en que puede encontrarse una mujer, contiene una gran dosis de callado heroísmo y sacrificio, secreto de la santidad de esa humilde y fragante violeta.

Segunda

Del seu naixement fins al seu casament.

El naixement de Joaquima no és noticia sinó per als seus. Se n'alegren els seus pares Llorenç de Vedruna i Teresa Vidal. Va néixer a Barcelona el 16 d'abril de 1783.Sense fotografies, costa trobar referències de la seva infància. La cinquena entre set germans, se sent, alhora, protegida pels grans i responsable dels que la segueixen.Teresa, vuit i Francesca en té quatre anys quan neix Joaquima. A ella la seguirà:Josep Joaquima , Mariana i Maria. De la mare Teresa Vidal i Oriols Oïunda de Cabrera de Mar, en consta com es va descriure per tots i cadascun dels seus fills fins el dia de la seva mort.El pare Llorenç, treballa a l'Audiència com a procurador causídic .

Joaquima, que més tard promourà l'escola femenina, no va al col.legi. La majoria de les famílies benestants i generalment nombroses tenia a la llar un preceptor que proporcionava un ensenyament bàsic i elemental sense dret per anar a la Universitat La formació quedava completada amb la doctrina cristiana apresa a casa i a la parròquia. privilegiada. Amb el temps Ramon serà membre de l'Acadèmia de Bones Lletres, de la cambra de comerç i regidor perpetu de Barcelona . Amb la decisió que la caracteritzava, Joaquima demana a la priora de ser admesa , ja que desitja viure com a religiosa, però la seva edat, 12 anys, resulta un impediment.

Teodor de Mas era l'hereu d'una família de terratinents de Vic, era també procurador causídic a Barcelona. Els 70 km de distància entre Barcelona i Vic eren aleshores un trajecte que no permetia caps de setmana a la llar familiar.Un bon dia el jove procurador demana una entrevista al seu col•lega el conseller. Però no tracta de plets sinó de propostes molt personals, el casament amb Joaquima que accepta la proposta del seu pare per la devoció que li processa.

Del seu casament a la seva viudedat

El casament se celebra el diumenge de pasqua de 1779.La primera filla és l'Anna, després Josep Joaquim, Francesc, Agnès, Joaquima.  Les batalles del napoleó queden lluny de nosaltres. Per a ells foren tràgicament propers. El 1808 els francesos ocupaven Barcelona i el que disposava d'una segona residència abandonava la ciutat. El manso Escorial de Vic ofereix seguretat. Mentre, el marit es reclutat per l'exèrcit coma a capità de reserva. Els francesos ocupen Vic per primera vegada l'abril de 1808.

Joaquima recordava tota la vida el seu vint-i-sisè aniversari, fugint amb els seus fills, pel Montseny.
Una font que avui porta el seu nom i una masia en les soledats de la calma són testimonis vius de Joaquima en aquells paratges feréstecs. La postguerra està farcida de seqüeles. La família torna a Barcelona. A Vic ha deixat enterrat en Francesc, de 5 anys, i la Carlota, que no havien arribat a complir el primer any. Però també la Toedora ha nascut a Vic.

En Teodoro torna a obrir el despatx, a Barcelona naixeran les dues petites, Teresa i Maria del Carme.
La salut de Teodoro a quedat malmesa de resultes de la guerra. Però se sent animat i coratjós.
Però el 1816 una tuberculosis acaba amb Teodoro només amb 8 dies. Han passat 17 anys, de casats. Quelcom es manté inesborrable en la vida de Joaquima: la confiança en Déu que és pare, la contemplació de Jesús a la Creu, assumint tot dolor humà i donant sentit al sense sentit i coratge per seguir endavant, malgrat tot. Si la fe s'enforteix en la dissort, també els sis fills, diversos d'edat i temperament, donen alè a la vida de Mas. Caldrà fer front a les prestacions econòmiques dels cunyats i preservar el patrimoni dels fills, caldrà una previsió molt gran de paciència i fortalesa.

Joaquima es realista. D'ara endavant viuran al Manso Escorial. Joaquima no deixa de ser la viuda d'un hisendat amb títol nobiliari, amb la complexa responsabilitat d'un mas, amb terres, bestiar, masovers, sotmès a plets i contribucions. Afegeix el seu vocabulari ciutadà el ric patrimoni de la parla rural.Té temps per a llargues hores de pregaries en els indrets més humils de la casa. Alhora gaudeix amb els jocs infantívols de les nenes més petites, mentre les educa amb la senzillesa de la pràctica i l'exemple. Joaquima passa els anys de la seva viduïtat a Vic, entre 1816 i 1826. On la Joaquima pràctica i realista s' anà amb la Joaquima espiritual, que guarda en el més pregon del seu ésser aquella vocació primera: ser tota per a Déu.

Joaquima, com una antena parabòlica recull en el manso escorial la varietat de canals per on arriben els crits i murmuris de les misèries humanes, de les mancances dels homes i les dones i els infants del seu temps.
Fou el 1819, un dia que Joaquima recordarà sempre, quan la cavalleria la va deixar davant l' església dels caputxins per conèixer Fra Esteve el qual Joaquima prengué com a director espiritual. És un temps de pregària intensa, d' un refermat compromís amb els més pobres i marginats de Vic. L' estil de "dona" Joaquima és objecte de comentaris i critiques per part dels que se senten avergonyits que una senyora del seu llinatge es faci amb gent de baixa categoria. La llibertat de Joaquima es reforça contemplant Jesús, que essent ric es va fer pobre per nosaltres. Havien assassinat el bisbe i la diòcesi de Vic restà vacant durant uns anys. L'Abril de 1825 va fer la seva entrada a la diòcesi ausonenca el bisbe Pablo de Jesús Corcuera. Res no queda deixat de banda: l'atenció a les filles petites, el seguiment dels plets que amenacen el patrimoni de l'hereu, els consells d'àvia recent a la nora i a la filla casada, trets de la llarga experiència materna.

Joaquima del Pare Sant Francesc

Sis de gener de 1826, En un a gèlida matinada, qui sap si alentida per la boira endormiscada arran de terra, Joaquima s´ apressa camí del palau episcopal, on pronunciarà els vots religiosos. És la primera d una comunitat a punt de néixer. El Manso Escorial té les portes obertes, perquè la vida religiosa escollida per Joaquima no queda reclosa entre parets sinó que es projectarà en dos camps: l'educació, la sanitat.

• L'ensenyament
L'ensenyament femení es troba sota mínim a principis del segle XIX. El 90% de la població és analfabeta i el 10% d'alfabetitzats correspon a la població masculina.Joaquima tracta de tots aquests problemes ajuntaments i juntes locals d'instrucció primària ,per portar a terme la seva obra educativa. Miraria d'aconseguir el màxim nivell docent. Així la lectura no es redueix als mínims, s'estudien les quatres regles aritmètiques i les labors s'incrementen.També es pot dir que depassa l'oficialitat i crea l'escola graduada, perquè en els contractes amb els ajuntaments deixa la vivenda per a una petita comunitat, que passa amb els ou d'una mestra, però a la pràctica dedica tres germanes a l'ensenyament.Procura sempre que el nivell docent dels centres sigui de qualitat, preparant les germanes des del noviciat. Aquest ensinistrament és fa més rellevant si es té present que no existien escoles de magisteri fins a l'any 1845 i,encara només per a mestres de nois.

• La sanitat
La tasca es centrarà en dos tipus d'establiments : els hospitals i las casa de caritat.  Una publicitat sense màrqueting expansionarà ràpidament l'obra de Joaquima.L'actuació satisfactòria de les religioses ve reforçada pels pares de les alumnes en el cas de les escoles i pels familiars o els mateixos malalts pel que fa als hospitals. La situació política va jugar el seu paper en la propagació de l'obra; unes vegades afavoria la seva tasca, altres, en canvi, la frenava.

En gran atzucac arriba de la mà de la situació política. El vigor intens superarà les dificultats exteriors, però la guerra passà factura: l'exili de Joaquima amb algunes germanes, instal•lades a Perpinyà durant tres anys, això provoca tancar alguns centres. Després de sis anys d'absència Joaquima torna a Vic.En aquesta etapa és una ajut inestimable per a la fundadora el pare Antoni Maria Claret. Entre 1843 i 1853 revitalitza tots els centres existents i en crea 19 comunitats noves les quals Joaquima visita molt assíduament abans, durant i després d'estar instal•lades les germanes.

Joaquima va acceptant positivament i amb lucidesa el deliri de fer fores físiques i més tard malgrat la decadència psíquica ,conservarà aquella consciència d'estar plenament a les mans de Déu.Ja no pot assistir a les tres ultimes fundacions. El govern de la congregació s'havia delegat en mans del que després seria la seva successora. Mentre, ella segueix les incidències del creixement de l'institut amb aquella mescla de despreniment i d'interès de qui ha posat tota la seva confiança en Déu i sap retirar-se serenament.
Joaquima mor al mateix barri que la veié néixer, comptada entre els quatre centenars de víctimes de còlera, a l'estiu 1854. A la matinada del dimarts 28 d'agost la Mare Joaquima pateix una atac de feridura.
http://ca.wikipedia.org/wiki/Joaquima_de_Vedruna

Tercera

Primers anys

Joaquima de Vedruna i Vidal va néixer a Barcelona, al carrer de l'Hospital, el 16 d'abril de 1783, al si d'una família benestant d'arrels cristianes profundes, pertanyent a la burgesia intel•lectual de la ciutat. Fou la cinquena de vuit fills. El seu pare, Llorenç de Vedruna i Mur, exercia el càrrec de notari públic reial a la Reial Audiència de Barcelona. Va ser educada a la llar familiar directament per la seva mare, Teresa Vidal i Comas, que va procurar orientar i fer madurar l'extraordinària sensibilitat humana i espiritual de la seva filla. Als 12 anys sol•licità de ser admesa al Monestir de monges Carmelites de l'Encarnació, al carrer de l'Hospital, a poques passes de casa seva, però la priora ajornà l'ingrés a causa dels seus pocs anys. Finalment, acceptà la proposta matrimonial del vigatà Teodor de Mas i Solà[1], jove advocat de 24 anys que exercia el seu ofici a Barcelona com a procurador de número de la classe de nobles al Col•legi de la Reial Audiència, primogènit de nou germans en una família de terratinents pertanyent a la noblesa rural de Vic, propietària d'un extens patrimoni, amenaçat, aleshores, per diversos plets. Joaquima i Teodor es casaren a l'església de Santa Maria del Pi, la mateixa on havia estat batejada, el Diumenge de Pasqua, 24 de març de 1799. Del matrimoni nasqueren 9 fills, dels quals 6 assoliren l'edat adulta: Anna (1800-1872), Josep Joaquim (1801-1873), Francesc (1803-1809), Agnès (1805-1878), Joaquima (1806-1815), Carlota (1808-1815), Teodora (1810-1885), Teresa (1813-1886), i Maria del Carme (1815-1882).

Esposa, mare i vídua

La seva fecunda vida matrimonial estigué marcada per tres fets negatius crucials: el rebuig inicial de la núvia per part dels pares de Teodor a Vic, la Guerra del Francès (1808-1814), en la qual el marit, patriota convençut, participà activament, i la mort prematura de tres dels seus fills. De resultes de la guerra, Teodor contragué una tuberculosi, i morí el 6 de març de 1816 a Barcelona. Joaquima, vídua, amb 33 anys i 6 fills, abandonà Barcelona i s'instal•là al Mas Escorial[2] de Vic, la casa pairal de la família del seu marit, que ara li pertanyia, i on ja havia viscut els difícils anys de la guerra (1808-1813). Allà tirà endavant, no sense dificultats, la formació humana i espiritual dels seus fills. Alhora, reprengué el seu desig mai no oblidat de vida religiosa contemplativa, projecte que, tanmateix, hagué de posposar als seus deures de mare. Dels 6 fills supervivents, Josep Joaquim i Agnès formaren una família; Anna i Teresa abraçaren la vida religiosa al monestir de clarisses de Santa Maria de Pedralbes (Barcelona); i Maria del Carme i Teodora, professaren la vida monàstica al cenobi cistercenc de Santa Maria de Vallbona. Durant tot el temps de la seva viduïtat, Joaquima de Vedruna s'entrenà coratjosament en la vida espiritual, amb la pregària intensa, i extremant les pràctiques penitencials i les obres de caritat.

Fundadora i animadora espiritual

El trobament casual, l'any 1819, amb el caputxí fra Esteve d’Olot (Esteve Fàbrega i Sala, 1774-1828), a l'església dels Caputxins de Vic, va marcar un canvi de rumb decisiu en el seu projecte de vida religiosa. El caputxí l'orientà cap a la fundació d'un nou institut religiós dedicat a la cura dels malalts i a l'educació de les noies d'extracció social humil, en uns moments en què la formació integral de la dona era encara molt menystinguda. El projecte comptà amb el suport i l'aprovació del bisbe de Vic Pau de Jesús Corcuera i Caserta (1825-1835). En un principi el pare Esteve i la mare Joaquima havien pensat afiliar el nou Institut a la família franciscana, com a «Germandat de Penitents Menors», però el bisbe Corcuera preferí posar-lo sota l'advocació del Carme, i passaren així a anomenar-se «Germanes Terciàries de Maria Santíssima del Carme». El nom de Germanes Carmelites de la Caritat, que és l'oficial de la institució, començà a utilitzar-se a partir del 1866. El dia 6 de gener de 1826, festivitat de l’Epifania del Senyor, a l'oratori del palau episcopal de Vic, en presència del bisbe, Joaquima de Vedruna va pronunciar els seus vots religiosos «d'obediència, altíssima pobresa i perfecta castedat»[3], signant la cèdula de professió amb el nom de «Germana Joaquima del Pare sant Francesc»: tenia 42 anys d'edat. L'endemà renuncià als seus béns davant notari en favor del seu fill Josep Joaquim, i el dia 2 de febrer, festivitat de la Purificació de la Mare de Déu, començà a reunir les primeres noies al Mas Escorial, per tal de preparar-les per a la vida de comunitat i el treball apostòlic de l'Institut naixent.

Persecució i exili

Essent com era la mare de Josep Joaquim de Mas, un afamat partidari de la causa carlina, la mare Joaquima de Vedruna sofrí també persecució ideològica i política, mentre el país patia les convulsions de la Primera Guerra Carlina (1833-1839). El 12 d'abril de 1837 fou detinguda i empresonada durant cinc dies a Vic, però sembla que no se l'arribà a processar. Per raons de seguretat es traslladà a la Casa de Caritat de Barcelona, regentada per germanes del seu Institut, i després a Berga, a l'Hospital militar que hi mantenien els carlins. El noviciat de Vic fou clausurat i el 3 de juliol de 1840, a punt de rendir-se Berga als liberals, les germanes emprengueren el camí de l'exili, per por a les represàlies.

Santa Joaquima de Vedruna, anciana.

La mare Joaquima de Vedruna retornà de l'exili la primavera de 1843. El 16 de setembre de 1843 arribava a Vic després de 6 anys d'absència, havent visitat ja les restants comunitats fundades abans de la guerra. Des d'aquest moment es dedicà de ple a consolidar i augmentar el seu Institut atenent moltes noves peticions de fundació que anaven sorgint.

Fou reobert el noviciat, les germanes començaren a emetre vots públics —fins aleshores feien vots privats, és a dir, sense valor oficial— i obtingueren de Casadavall la concessió de l'hàbit carmelità definitiu. L'Institut, doncs, anava deixant enrere la situació de provisionalitat inicial. El pare Claret col•laborà en tots aquests projectes i en la formació de les germanes al noviciat. Joaquima de Vedruna li confià la redacció d'unes Constitucions a partir de la Regla inicial del pare Esteve i de les seves pròpies «Addicions» de l'any 1845. Eren els primers passos seriosos per a la consolidació canònica de la Congregació.

El bisbe va fer introduir canvis en l'institut, com la figura d'un director general, les funcions del qual, però, es limitarien a aprovar i concedir, sense iniciativa directa en la marxa de l'Institut. Joaquima de Vedruna influí decisivament en l'acceptació per part de les germanes del nou estat de coses amb esperit constructiu. La mare Vedruna mantenia la plena llibertat en l'acceptació i planificació de les noves fundacions i en la direcció immediata de l'Institut. La figura del Director General desaparegué amb les Constitucions de 1866, que donaren a la Congregació la seva estructura jeràrquica definitiva, amb una única autoritat central, la de la superiora general.

A finals d'any 1852 la mare Joaquima es traslladà definitivament a la Casa de Caritat de Barcelona, prop de la mare Veneranda Font. Malalta a Barcelona, es veia impedida de visitar les cases i comunicar-se per escrit amb les superiores i les altres germanes. El bisbe de Vic nomenà la mare Paula Delpuig vicesuperiora general amb plens poders, i un nou Director General en la persona del pare Bernat Sala. La decisió episcopal provocà desconcert i malestar en les germanes, que veien en la mare Veneranda Font, la deixebla fidel de la primera hora, la successora natural de la fundadora, i fou aquesta, la mare Joaquima, en una reunió de superiores a Barcelona, qui marcà el camí de l'acceptació i de l'obertura confiada cap endavant.

Darrers anys i mort

L'any 1849 la mare Joaquima de Vedruna havia sofert un primer atac d’apoplexia (feridura), trobant-se de visita a Vallbona de les Monges on tenia les dues filles monges, Maria del Carme i Teodora. Quan la seva obra assolia maduresa i estabilitat, la fundadora començava la seva lenta però indefectible davallada. Els dos darrers anys de la seva vida, minada progressivament per la malaltia, la mare Joaquima els passà retirada a la Casa de Caritat de Barcelona, ciutat on el clima era més benigne que a Vic, sota la cura amatent de la mare Veneranda Font i el caliu de la seva filla Agnès, ja vídua, que la visitava sovint, i de les seves dues filles clarisses de Pedralbes. Morí víctima del còlera a la Casa de Caritat de Barcelona el dia 28 d'agost de 1854, als 71 anys d'edat. Al matí, en un moment de lucidesa, havia rebut els Sants Sagraments.

Enterrament

La mare Veneranda Font, preveient la futura rehabilitació de la mare fundadora, disposà el seu enterrament en un nínxol nou, amb una caixa de zenc, aixecant-ne acta notarial. Fou enterrada el dia 31 d'agost a la tarda, al Cementiri Vell (Poblenou), en el nínxol núm. 1431, illa 3a, sèrie 4a. Les previsions de la mare Veneranda permeteren el futur reconeixement i recuperació de les restes de la mare Vedruna, conservades actualment, des del 28 de març de 1983, a l'Oratori del Mas Escorial de Vic, bressol de l'Institut, en una bella urna de llautó repujat, sostinguda per unes gracioses tortugues. Les seves despulles —es conserva en bon estat l'esquelet— estan amortallades amb l'hàbit propi de l'Institut, i la cara i les mans cobertes per una màscara de cera. Les seves relíquies són perfectament visibles per la part del davant de l'urna, que és de vidre. L'oratori ocupa l'espai de l'antiga sala del Mas Escorial, on tantes vegades Joaquima de Vedruna havia presidit la comunitat familiar dels fills i, després, la de les germanes.

Una santa de casa nostra

Joaquima de Vedruna i de Mas va ser beatificada el 19 de maig de 1940, festivitat de la Santíssima Trinitat, pel papa Pius XII, i canonitzada el 12 d'abril de 1959 pel papa Joan XXIII. El Carmel celebra la seva festa litúrgica el 22 de maig, ja que el 28 d'agost, data en què consta inscrita al martirologi romà, se celebra la memòria obligatòria de sant Agustí, bisbe i doctor de l’Església. A les diòcesis de Vic, Barcelona i Tarragona la seva festa se celebra com a memòria obligatòria. A les altres diòcesis catalanes és una memòria lliure. L'Institut de les Germanes Carmelites de la Caritat commemora també, cada any, la data del 26 de febrer, aniversari de la Fundació.

Epistolari

A banda de nombrosa documentació referent a les fundacions, recollida i publicada per la germana Ana María Alonso Fernández en la seva «Historia Documental de la Congregación de las Hermanas Carmelitas de la Caridad», es conserva una bona part de la correspondència epistolar de santa Joaquima de Vedruna, dirigida fonamentalment als seus fills i a les germanes del seu Institut. Es conserva el text de 172 cartes, la majoria d'elles autògrafes. Aquest epistolari, amb un estil molt viu, directe i senzill, permet d'accedir al tarannà humà i al tremp espiritual d'aquesta dona catalana il•lustre, que el papa Pius XII proposà com a model d'esposa, de mare, de vídua, de religiosa i d'educadora.

Recuperació de la figura de Joaquima de Vedruna

La mare Paula tingué cura de recollir i preservar els records de la fundadora amb vista a un futur i previsible procés de canonització. Així, va gestionar el trasllat de les restes de Joaquima de Vedruna a la Casa Mare de Vic (21 de setembre de 1881), i en va encarregar la biografia a monsenyor Benito Sanz y Forés, arquebisbe de Valladolid, que fou publicada a Madrid el 1892, morta ja la mare Paula, amb el títol de «Vida de la Madre Joaquina de Mas y de Vedruna, Fundadora de la Congregación de Hermanas Carmelitas de la Caridad y breve noticia de algunas Hermanas del Instituto». Aquesta biografia es fonamentà en els relats de les germanes que havien conegut la mare Joaquima de Vedruna

Text d'una carta dirigida al seu fill Josep Joaquim

«Tàrrega, 11 de novembre de 1827. Caríssim i amat fill: He tingut carta d'Argila, que em notifica el feliç part que ha tingut l'Agnès i em parla de la teva salut. Fill, segueix Crist i tingues confiança, que el gloriós sant Josep i tota la Sagrada Família intercediran per tu i es veurà la teva innocència. Pren paciència. Tot el que faig durant el dia ho ofereixo pregant per tu. Sé que la teva esposa és a Tarragona; com que ha tingut salut per a anar-hi, ha fet molt bé. Veurem el resultat. Essent-hi ella, no he de fer res fins a saber el resultat. Durant tot aquest mes seré aquí, i després passaré a Barcelona, a primers de l'altre. Tu tingues paciència, que saps molt bé que al cel no hi van els qui tenen regals, sinó els qui pugen al Calvari, portant de bona gana la creu. No t'afligeixis; confio que Déu vetllarà per la teva innocència. No temis, fill: em sembla que passes algunes estones de mal humor i jo t'asseguro que si no tingués aquest clau, que el tinc entravessat al cor, tindria una gran satisfacció. En entrar a la vila de Tàrrega, la major part de la gent, i en particular tots els eclesiàstics, ajuntament i administrador del Sant Hospital i altres senyors, sortiren a rebre'ns. No sé com explicar-te les atencions que tinguérem per l'arribada de les germanes al Sant Hospital; en arribar a la vila, junt amb el nombrós acompanyament, vàrem visitar la santa església parroquial i després ens acompanyaren a l'Hospital, on hem tingut moltes visites i experimentat cada dia la satisfacció de la gent. Però, fill, conec que el Senyor no em vol donar els gustos si no és mesclant-hi una mica d'amargor. Tinguem paciència, que aquell Pare de misericòrdia tot ho fa bé; confiem en la seva bondat. Mentrestant suplico al Cel el seu consol i que et beneeixi. La teva humil i afligida mare, Joaquima de Mas i de Vedruna.»[4]

No hay comentarios: