Todos dicen que la enseñanza pública está perdida, está postrada. Bien, si es así, no hay que resignarse a eso: enseñanza significa niños y jóvenes.
¿Qué hay que hacer? Conseguir la libertad de la enseñanza; una libertad controlada y dirigida, desde luego. Eso es imposible: los estados modernos han oficializado la enseñanza, todos o casi todos, y tienden a oficializarla más y más. Eso no lo van a soltar voluntariamente, ténganlo por seguro.
Entonces, ¿qué se puede hacer para conseguir la libertad de la enseñanza? Pues tomársela: enseñar libremente y aprender libremente. ¿Cómo? Comiendo. El que sepa algo que lo enseñe libremente, gratuitamente si tiene rentas; si no tiene rentas, cobrando estrictamente lo que necesita para comer. El que quiere aprender algo, que busque maestro que lo sepa, oficial o no oficial, y que estudie, pagando o no pagando.
Los padres tienen el derecho de elegir libremente las escuelas u otros medios necesarios para educar a sus hijos según sus conciencias. Carta de los derechos de la familia, del Pontificio Consejo para la Familia,5 (22-X-1983)
martes, 27 de abril de 2010
Lo que dice Castellani, eso hacemos
martes, 20 de abril de 2010
El principio de subsidiariedad
Es una de las columnas principales sobre las que se construye la Doctrina Social Católica. Bien es cierto que se trata de un principio de Ley Natural, reconocido y aceptado por ciudadanos de otras confesiones religiosas, e incluso por quienes carecen de religión; pero es de justicia reconocer que, en buena parte, su formulación y desarrollo se ha producido en el seno o al amparo de la Iglesia Católica.
Pues bien, conforme al principio de subsidiariedad, la persona humana, la familia, las iniciativas populares -y no el Estado-, son el centro de toda la vida social. El Estado existe para la persona y para la sociedad, pero no al revés.
Pues bien, conforme al principio de subsidiariedad, la persona humana, la familia, las iniciativas populares -y no el Estado-, son el centro de toda la vida social. El Estado existe para la persona y para la sociedad, pero no al revés.
domingo, 4 de abril de 2010
Pascua de Resurrección
Resucitó verdaderamente Jesús, el Hijo de Dios, el Hijo de María Virgen, el que murió crucificado en la Cruz porque me amó hasta entregarse por mí. Aleluya.
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