“Hoy, los padres católicos deben no solo soportar la cruz, resignarse ellos mismos a vivir la cruz, sino que tienen que elegir la cruz. En caso de que nadie os lo haya dicho, cuando elegís homeschooling, elegís una forma de educación transida por la cruz.”
Del Siervo de Dios, Padre John Hardon, S.J., impulsor del movimiento homeschooler católico en los EEUU y director espiritual durante muchos años de la Madre Teresa de Calcuta.
En la cruz está la salvación, en la cruz está la vida, en la cruz está la protección de tus enemigos.
En la cruz está la infusión de la dulzura celestial, en la cruz está la fuerza de la mente, en la cruz está la alegría del espíritu.
En la cruz está la altura de la virtud, en la cruz está la perfección de la santidad.
No hay salud del alma ni esperanza de vida eterna sino en la cruz. Toma tu cruz, por tanto, y sigue a Jesús, y entrarás en la vida eterna.
No podía pensar en una introducción mejor para hablar sobre El precio de la Educación en Casa: llevar la cruz.
Los padres y amigos de la educación católica en casa entendéis por experiencia que la educación en casa significa llevar la cruz. Mi propósito en esta conferencia es alentaros a pagar el precio de la educación en casa por tres razones:
• La educación católica en casa pertenece al corazón de nuestra fe.
• ¿Por qué la educación católica en casa requiere llevar la cruz?
• Las recompensas de la educación católica en casa.
Ustedes se darán cuenta de que me estoy refiriendo a la educación católica en casa. Ambas palabras "Católica" y "Educación en Casa" son cruciales para una correcta comprensión del tema.
La educación en casa está muy extendida en los Estados Unidos. De hecho, la mayoría de los padres involucrados no son profesos católicos. Nuestro objetivo es, por supuesto, explicar por qué la educación católica en casa es tan valiosa. Por otra parte, es más prudente hablar de educación en casa en lugar de escolarización en casa. ¿Por qué? Porque la escolarización en casa es un término que inmediatamente despierta la antipatía de los profesionales de la educación, que ven en la escolarización en casa como un desafío directo a su propia profesión.
Fe católica y educación en casa
Cuando Cristo instituyó el sacramento del matrimonio, dio a los contrayentes una doble obligación: cooperar con Dios en la procreación de los hijos y cooperar con el Dios encarnado a preparar a sus hijos para la vida eterna.
La educación en casa es, evidentemente, una respuesta a la segunda responsabilidad que el Salvador ha puesto sobre los hombros de los padres cristianos.
Inmediatamente debemos distinguir entre la educación católica en casa, como tal, y la educación que los padres católicos han de dar a sus hijos en casa. Aunque nuestro enfoque aquí es, primeramente, la comprensión de la educación católica en casa, no nos atrevemos a ignorar lo que es la esencia de nuestra fe, es decir, que los padres deben -el imperativo es una verdad revelada- dar a sus hijos una cuidadosa educación católica en casa.
Esto es tan importante que, si los padres descuidan su deber en este aspecto, no sólo ponen en peligro a sus hijos, sino incluso su propia salvación. ¿Por qué? Porque los padres son el principal canal humano de la gracia para con los hijos que físicamente han traído al mundo. Descuidar este deber de los padres, es hacerlo en el imperativo fundamental del padre y de la madre: preparar a sus hijos para un destino eterno.
En los Estados Unidos muchos padres han confiado en los colegios para formar a sus hijos en todo, incluyendo en la religión. La revolución moral en la sociedad occidental ha despertado a estos padres. Están empezando a darse cuenta de su propia responsabilidad primaria, como padres, para proporcionar el alimento religioso de sus hijos.
Muchos factores han entrado en nuestra sociedad que han originado lo que comúnmente se llama la “escolarización en casa", pero, como se ha explicado, prefiero llamarlo educación en casa.
No es la menor de ellas las poderosas fuerzas en el trabajo, modelando conscientemente las mentes de los jóvenes en lo que sólo puede llamarse la filosofía no-religiosa del ateísmo práctico.
El Concilio Vaticano II declaró que el ateísmo práctico es el factor más devastador que está socavando el cristianismo en el siglo XX. El ateísmo práctico ha penetrado profundamente en la sociedad occidental y, con énfasis, en los Estados Unidos.
En 1955 el gobierno ruso publicó una directiva oficial sobre "La educación atea en la escuela." Esta directiva es solamente más clara que otras similares directivas en los círculos educativos de nuestro país. Se explica en detalle, con varios miles de palabras, cómo la religión debe ser erradicada de las mentes de los jóvenes.
En primer lugar, hacia el undécimo mes después del nacimiento, la ley declara que un niño ya no pertenece a los padres, sino que pasa a ser tutela del Estado.
Si leen la Declaración de Principios y Políticas en Educación atea en la Rusia soviética, comenzarán a darse cuenta de cómo estos principios y política han penetrado en nuestra propia nación. La libertad que los padres todavía tienen para enseñar a sus hijos, está siendo asumida por organismos controlados por el gobierno, uno tras otro. Detrás del control del Estado hay, literalmente, miles de millones de dólares, cuyo único propósito declarado es conformar a la próxima generación de estadounidenses en el materialismo ateo.
Nosotros, los que tenemos la verdadera fe, sabemos lo que está pasando y los padres que educan en casa no tienen ninguna duda acerca de la opción. O bien permiten a los poderosos organismos secularizantes de nuestra sociedad transformar a sus hijos de acuerdo a la filosofía del secularismo sin Dios, o la fe católica de millones de cristianos aún profesos está en peligro.
Seamos claros. Sólo hay un problema real en juego. ¿Podrán nuestros hijos permanecer católicos, no sólo de nombre sino en realidad, o se convertirán en nuevas víctimas de una propaganda mundial de secularización, cuyo único principio de supervivencia es: “¿qué tiene este mundo aún que ofrecerme?”? El mundo espiritual de Dios, y los ángeles, y las almas humanas, que no son perceptibles por los sentidos, se definen en el diccionario como una tontería.
Educación en casa y la Cruz
Sólo quienes están dedicados en cuerpo y alma a la educación en casa podrán asociar su generoso apostolado con la cruz. Puesto que la cruz es la aceptación paciente de la voluntad de Dios, aun cuando es en contra de nuestra propia voluntad, podríamos identificar algunas de las cruces que tienen que enfrentar los padres que educan en casa.
Las tareas domésticas. Como todo padre educador sabe, no hay límite a las tareas domésticas que tienen que realizar. Los niños tienen que ser atendidos. Cuantos más jóvenes son, más atención constante necesitan. Tienen que ser alimentados, vestidos y limpiados. La compra se tiene que hacer, la casa tiene que ser mantenida en orden. El lavado y planchado de ropa tienen que ser hechos. El teléfono tiene que ser contestado. La comida tiene que ser comprada y preparada. No hay límite a las veinticuatro horas diarias que los dedicados padres deben ofrecer para proporcionar tan solo una educación normal a sus hijos.
Responsabilidades sociales. Las familias no viven aisladas. Tienen amigos y visitas, personas que les llaman y personas fuera de la familia a las que atender. Los padres tienen su propia familia política con la que deben mantenerse en contacto. Los niños tienen sus amigos a los que visitan y a la vez reciben como invitados. Hay todo un negocio para proporcionar apoyo financiero a la familia, así como numerosas presiones del estado y otros organismos que constantemente interfieren en los asuntos familiares.
No aceptación por los demás. A lo largo de los años, muchos padres que educan en casa me han dicho lo aislados que pueden llegar a estar de sus vecinos y amigos. Huelga decir que no todos los padres están involucrados en la educación en casa. De hecho, la mayoría no lo están. Hay pocas experiencias más dolorosas para los padres que hacen el sacrificio de enseñar a sus hijos, que la incomprensión y no-aceptación, la crítica abierta e, incluso, la oposición organizada a su apostolado en el hogar. Lo que hace esto aún más difícil es que estos críticos suelen ser miembros de la propia familia, abuelos, suegros y parientes.
Sacrificio de disponibilidad social. Combinar el cuidado de una casa con todas sus múltiples responsabilidades y, a la vez, participar en la educación en casa, no dudo en afirmar que roza la frontera de lo milagroso. Las prioridades que los padres dan a la formación de sus propios hijos, necesariamente implica renunciar a muchas relaciones sociales perfectamente normales y loables con otras personas. Esto es más que una cuestión de tiempo, es una decisión de prioridades. Los padres deben decidir qué es lo más importante ante Dios: asegurar la sana educación religiosa de sus hijos, o participar en relaciones sociales, perfectamente normales y profundamente satisfactorias, con los demás.
Presiones gubernamentales. Los Estados en nuestro país son diferentes. Unos son más indulgentes y otros más severos en su actitud hacia la educación en casa. Hay padres que han llegado a ser encarcelados en nuestro país por no conformarse con ciertos estatutos establecidos por quienes tratan de controlar la educación de nuestros hijos. Pero, incluso sin la fuerte presión legal de los organismos gubernamentales, los padres que educan en casa deben esperar ser sometidos a todo tipo de coacciones por parte de los organismos, que ven la educación en casa en competencia con sus propias organizaciones burocráticas.
Malentendido por parte de las autoridades de la Iglesia. De alguna forma, este es el aspecto más difícil del apostolado de la educación en casa. Hay establecidas, tanto a nivel nacional como local, poderosas agencias eclesiásticas que están gestionando la educación católica en nuestro país. Por definición, los padres católicos que educan en casa son sensibles a la aceptación por parte de la Iglesia de lo que los padres, sinceramente, están tratando de hacer. Esto tiene dos factores principales que hay que distinguir:
La pérdida de nuestras escuelas católicas en Estados Unidos. La extendida secularización de las comunidades religiosas de enseñanza en nuestro país ha llevado al cierre de la mayoría de nuestras escuelas católicas, en su día florecientes. Esto ha dejado un vacío tal para el que no existe una contrapartida en más de 200 años de nuestra historia nacional.
Veintiséis años trabajando para la Santa Sede, para tratar de preservar la auténtica vida religiosa en nuestro país, me ha enseñado muchas cosas. No es la menor de ellas que un factor principal que influyó para el cierre de nuestras escuelas católicas es la intromisión de ideas ajenas en la que fuera una floreciente vida religiosa en nuestro país. Los mismos valores que los padres quieren transmitir a sus descendientes son los valores que tantos devotos religiosos consagrados habían profesado y promovido en las escuelas relacionadas con la Iglesia en las que habían enseñado.
La consecuencia ha sido evidente. Lo que los padres quieren compartir con sus hijos, son los mismos valores que muchas de nuestras formalmente florecientes escuelas católicas han reemplazado con una nueva filosofía propia.
La falta de cooperación con autoridades de la Iglesia. A raíz de lo que acabamos de decir, en muchos lugares los padres católicos que educan en casa encuentran dificultades para que sus hijos sean aceptados en una parroquia para la recepción de los sacramentos, especialmente la Primera Confesión, Primera Comunión y Confirmación.
En varias partes del país que he visitado, he encontrado que los padres literalmente viajan cientos de kilómetros a otra diócesis, a otra parroquia donde sus hijos educados en casa puedan recibir los sacramentos de una forma regular y no a la defensiva. Esto puede ser una dura prueba para los padres y madres que aman a la Iglesia de corazón, que son leales a su autoridad, pero que también aman a sus hijos, tanto, que están dispuestos a hacer cualquier sacrificio para asegurar que estos niños reciban una educación católica íntegra.
Las amistades de los niños. Una prueba no pequeña que los padres que educan en casa tienen que enfrentar, es la de proporcionar la compañía que sus hijos necesitan con jóvenes de su misma edad. Como sabemos, la presión del grupo es la influencia más poderosa sobre los jóvenes. Cómo se comportan los demás niños, qué creen, cuáles son sus hábitos morales y espirituales, cómo hablan, qué deportes practican, qué leen, qué emisora de radio escuchan, qué televisión ven, qué entretenimientos tienen, qué viajes hacen, quiénes son sus padres, si provienen de familias rotas o estables, cuánto rezan, qué religión profesan, cómo resisten la presión natural con el uso de las drogas, cómo visten, qué lenguaje usan… La letanía continúa… Todas ellas son influencias poderosas en los jóvenes. Los padres católicos no estarían cuerdos si no tomaran seriamente en cuenta quiénes son sus compañeros y cómo sus amigos afectan a su propia vida moral y espiritual.
Un factor que contribuye al aumento de la educación en casa en nuestro país es, precisamente, cómo hacer frente a las influencias sociales a las que los niños constantemente están expuestos al ir a la escuela.
El aislamiento de las relaciones sociales no es la respuesta. Si la familia es numerosa, esto en parte se compensa proporcionándose compañía mutua entre los niños de la misma familia. La necesidad de proporcionar tanto un desarrollo social sano para los niños como protegerlos de las influencias negativas de la presión del grupo, es evidente para cualquiera que conozca la escena americana.
Recompensas de la educación católica en casa
Los padres que se dedican a educar en casa a sus hijos están dispuestos a pagar el precio de su celo apostólico. No tienen ninguna duda de que esto significa llevar la cruz. No tienen ilusiones sobre el precio de la cruz, pero también están dispuestos tanto a llevar la cruz como a pagar el precio.
Las cuestiones en juego son mucho más profundas de lo que la mayoría de la gente piensa. En la raíz está un principio de nuestra fe que nos dice que en la Providencia de Dios hemos de ser canales de fe para aquellos que Dios pone en nuestras vidas. Esto no es una opción sino una obligación. Si esto se aplica a todo seguidor de Cristo, aún se aplica con un énfasis resonante a los padres con respecto de sus hijos.
Dios ha dado a los padres un papel extraordinario en Su providencia misteriosa sobre la raza humana. Los padres y madres que traen físicamente a sus hijos al mundo, son también los que el Creador ha elegido para ser los principales agentes para comunicar Su gracia a aquellos en quienes Dios les ha permitido reproducirse físicamente, procreando a sus hijos.
Las palabras no pueden describir las bendiciones que el Señor proveerá para aquellos padres que le aman tanto que están dispuestos a sacrificarlo todo -y me refiero a todo- con el fin de asegurar que los hijos que han traído a esta vida se reúnan con sus familias en ese hogar eterno al que las familias se realizarán plenamente.
La primera recompensa de la educación en el hogar yo diría que es la profunda paz que tanto los padres como los hijos pueden esperar cuando los hijos son educados en casa para vivir su herencia católica. Yo contrasto esta paz con el agonizante conflicto en muchas almas de padres católicos, que ven que los hijos que trajeron físicamente al mundo no están preparados para entrar en el mundo eterno para el que nacieron.
Otra recompensa para llevar la cruz de la educación en el hogar es la promesa que Cristo mismo hizo cuando dijo a sus discípulos: "Yo he venido para que tengan alegría y la tengan en abundancia". La felicidad es la satisfacción de los deseos humanos. La más profunda necesidad de la mente humana es conocer la voluntad de Dios y la más profunda alegría es hacer esta voluntad de acuerdo a Su divina Voluntad. Como católicos creemos que tenemos la plenitud de la verdad de Dios revelada. Independientemente de lo que provee la educación en casa, proporciona a los niños tanto de esta verdad, como la Gracia de Dios y sus propias capacidades naturales pueden absorber. No hay alegría sin la verdad. Sólo hay alegría inmensa cuando una persona conoce la verdad. Y sólo hay felicidad inmensa en los que conocen la verdad y la ponen en práctica. ¿Hay algo bajo el cielo más hermoso que una familia feliz?
Una recompensa final de la educación en casa. Nuestro país es el más inestable, con más divorciados, el más anticonceptivo, la nación más medicada con tranquilizantes del mundo. ¿Por qué? Porque todo por lo que Dios se hizo hombre, para enseñar a las familias el camino para ser feliz, está siendo cambiado, negado y, legalmente incluso, perseguido por los poderes educativos de nuestra sociedad.
No tenemos ninguna duda de que Estados Unidos está sufriendo una persecución masiva de la verdadera fe. En su encíclica “El Esplendor de la Verdad”, el papa Juan Pablo II exhorta a los fieles a estar preparados para vivir una vida heroica. De hecho, les invita a acoger el don de una vida martirial si quieren permanecer fieles a Dios, que tanto amó nuestra raza humana pecadora que murió en la Cruz para demostrar su amor.
Esta exhortación a vivir la vida de los mártires, se aplica especialmente a las madres y padres que reciben la cruz porque aman al Cristo Crucificado y quieren unirse a sus hijos con el Cristo Glorificado en la eternidad celestial.
Oración
María, Madre de la Sagrada Familia y Madre de tu Hijo crucificado, obtén de Jesús la gracia que los padres que educan en casa necesitan para perseverar en su apostolado de amor hasta la eternidad. Amén.
4 comentarios:
Está buenisisimo!!! Lo puedo subir a mi página de homeschooling católico:
www.homeschoolingcatolico.org
Esto lo deben conocer más personas.
Claro que con la referencia de su blog.
Que Dios los bendiga
Claro que puedes subirlo. Gracias, un saludo, Arantza
Es más, creo que por aquí entre nuestros lectores hay algunos nuevos este año en esto del homeschooling, y apuesto que ya han experimentado la dulce cruz de la que habla el P. John Hardon. Que interceda por todos nosotros.
Yo antes pensaba que eras una exagerada cuando hablabas de la cruz del homeschooling....pero en cierto modo te voy dando la razón.
Besos para todos.
Publicar un comentario